martes, 10 de enero de 2012

LA CRUZ EN LA MEDALLA DE SAN BENITO




LA CRUZ EN LA MEDALLA DE SAN BENITO
 
La medalla jubilar de San Benito data de época muy antigua y debe su origen a la devoción que el Santo profesaba al signo adorable de nuestra Redención y al uso frecuente que de él hacia y que recomendaba a sus discípulos para vencer las tentaciones, ahuyentar al demonio y obrar maravillas. En un principio y durante muchos años, la devoción a la Medalla de San Benito fue meramente local y exclusiva para los monasterios benedictinos: Pero la curación milagrosa de Bruno (más tarde el Papa SA León XI) en el siglo XI, lo ocurrido con ella en las hechicerías de Baviera en 1647, y, sobre todo, el breve de Benedicto XIV (12 de Marzo de 1742), contribuyeron poderosamente a su propagación.
 
EXPLICACIÓN
 
La Medalla de San Benito representa, de un lado, la imagen de la Cruz, y, en el otro, la del Santo Patriarca. El lado lado de la Cruz suele estar encabezado, o por el monograma del Salvador IHS, o por el lema de la Orden Benedictina: PAX.
 
En los cuatro ángulos de la Cruz hállanse grabadas las siguientes iniciales; C.S.P.B., que significan: Crux Sancti Patris, Benedicti, o sea; Cruz del Santo Padre Benito, las cuales son como el anuncio de la Medalla y no forman parte del exorcismo.
 
En las líneas vertical y horizontal, y alrededor de la Cruz, se leen, en el siguiente orden, otras iniciales, cuyas palabras componen la oración y el exorcismo que tanto teme Satanás y que conviene repetir a menudo:
 
 C.S.S.M.L.- Crux Sancta Sit Mihi Lux.       La Santa Cruz sea mi luz.
 
N.D.S.M.D.- Non draco Sit Mihi Dux.         No sea el dragón mi guía. 
 
       V.R.S.- Vade Retro, Satana.               Retírate Satanás.
 
   N.S.M.V.- Numquam suade Mihi Vana.   No me aconsejes vanidades.
 
   S.M.Q.L.- Sunt Mala Quae Libas.           Son cosas malas las que tú brindas.
 
      I.V.B. - Ipse Venena Bibas.                Bebe tú ese veneno.
 
 
ORACIÓN, QUE PARA MAYOR FACILIDAD PUEDE REZARSE ASI:
 
El Sol, de la Santa Cruz
sea mi faro y mi luz,
y el demonio tentador 
no sea mi director.
Retírate, ¡Satanás¡
Y pompas y vanidades
no me acondejes jamás,
porque sólo son maldades
y venenos los que das.
Bébelos tú, si te plaz¡
 
SUS EFECTOS
 
La maravillosa virtud de la Medalla de San Benito deriva del signo adorable de nuestra Redención que ostenta, de la intercesión del Santo Patriarca y del exorcismo que la acompaña. Son innumerables los efectos saludables que sin cesar produce en quien la usa con devoción y confianza. Es especialmente eficaz:
 
Contra los maleficios y astucias del demonio. + Contra las tentaciones, sobre todo impuras, y contra la fe, sean propias o ajenas. + Para obtener la conversión de los pecadores, principalmente a la hora de la muerte. + Para defensa de los alucinados, tentados o atormentados por el demonio. + Para aliviar, aún curar, a los enfermos. + Para desvirtuar los venenos. + contra el rayo, pestes, tempestades, incendios y cualquier siniestro. + Para preservar de las plagas a los campos y a los animales...
 
SU USO
 
Sobre la manera de usarla y las oraciones que han de rezarse no hay nada prescrito.
 
Puede llevarse colgada en el cuello, cosida en los vestidos, engarzada en el rosario o simplemente en el bolsillo. Muchos la colocan en las puertas o en los cimientos de su casas, en las empalizadas, en los vehículos...
 
Al hacer uso de la Medalla y pretender alguna gracia, ha de procurarse invocar, de algún modo, a San Benito; rezar algo, por ejemplo: El exorcismo y oración u oír alguna Misa, o mortificarse en algo, etc., y, sobre todo, ponerse en estado de gracia mediante una buena confesión.
 
ORACIÓN PARA ENCOMENDARSE A SAN BENITO
 
¡Oh esclarecido Padre San Benito, Patriarca de los Monjes, Esperanza y consuelo de cuantos a ti claman con todo su corazón¡ Yo me encomiendo humildemente a tu protección santísima, para que por tus excelentes méritos, te dignes defenderme de todo lo que es nocivo al bien de mi alma, y, de tu abundante piedad, me alcances la gracia del arrepentimiento y el don de lágrimas, a finde que pueda llorar digna y copiosamente tanta maldad y ofensas, con las cuales desde la niñez he provocado frecuentemente a Jesucristo, mi amable y deseado Señor, y también de que pueda alabarte y venerarte dignamente.
 
¡Oh oliva¡ ¡Oh vid verdaderamente feraz de la Casa del Señor¡ ¡Oh vaso de oro puro, adornado de toda clase de piedras preciosas, dulcísimo y elegido según el corazón de Dios, decorado con innumerables carismas, como otras tantas joyas de tan inestimable valor¡ Te pido, te ruego, te suplico con todo el afecto de mi corazón y deseos de mi alma, benignísimo Padre y dulce Maestro, que te acuerdes, ante Dios, de mi pecador miserable, y así me perdone, bondadoso, todos mis pecados, me dé la perserverancia en el bien, no consintiendo jamás me separe de él en ninguna necesidad; antes bien me admita, en pos ti, a compartir con los bienaventurados el gozo de su deliciosa vista, donde contigo y con todo el gran ejército de santos monjes, puesto bajo banderas, pueda alegrarme eternamente; gracia que espero de nuestro Dios y Señor Jesucristo, quien con el Padre y el Espíritu Santo vive y reina en los siglos de los siglos. Amén.

 
Episcopus Kansanopolitanae-Sti. Josephi
December 19, 1956
Benedictine Convent of Perpetual  Adoration Clyde, Missouri

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