"El principio de tu provecho según Dios, debes extraerlo, ¡Oh hijo¡, de lo siguiente: debes considerar, sin olvidar jamás, con perenne memoria en inenturrumpida meditación, todos los divinos dones y beneficios pasados y presentes del Dios amante de los hombres que te fueran concedidos para la salvación de tu alma. No suceda que, envuelto por el olvido del mal, o por descuido, te olvides de los muchos y grandes beneficios, transcurriendo tu tiempo inútilmente y sin gratitud. Estos recuerdos incesantes son como un aguijón que azuza el corazón, empujándolo hacia la confesión, hacia la humildad, a dar gracias con el alma arrepentida, actuando con celo, devolviendo en cambio al Señor buenos modos y costumbres, y toda virtud según Dios, meditando siempre, en la conciencia un puro sentir de la palabra profética." "¿Qué le daré al Señor por todo lo que me ha dado? "
Marcos el Asceta
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