lunes, 20 de febrero de 2012

SIGNOS LITÚRGICOS



¿Hasta cuándo dejaremos de ser  tan simples y flojos para dedicar un tiempo a la instrucción y conocer más de cerca los elementos y signos con los que celebramos el culto a Dios?

Es cierto que la preparación catequética de una persona depende en mucho de los agentes dedicados para ello, pero el apoyo de los padres de familia es fundamental.

Los diversos colores usados en los ornamentos sacerdotales ayudan a penetrar y sintonizar mejor con el misterio celebrado, además de que cumplen con la función de distinguir los distintos tiempos del año litúrgico (Pascua, Cuaresma, Navidad, Adviento, Pentecostés y Tiempo ordinario) en los que se celebra el tiempo pascual de Cristo. Así, el blanco por significar la luz y la pureza de las cosas santas, es el color más adecuado para celebrar las fiestas de Navidad, Epifanía y Pascua en toda la cincuentena; las fiestas del Señor y de la Virgen, las fiestas de ángeles y santos que nos son mártires. El rojo, símbolo del poder del Espíritu Santo que llevó a muchos a dar testimonio de la propia sangre, es el color elegido en la celebración del Domingo de la pasión, Viernes santo y Pentecostés; las fiestas de los Apóstoles, Evangelistas y mártires. El verde que simboliza la paz, serenidad y esperanza, es usado durante las 34 semanas del tiempo ordinario en las que no se celebra un tiempo concreto de Cristo, sino el conjunto de la historia de la salvación. Y el morado es el color usado para señalar discresión, penitencia, y a veces, dolor; se usa para distinguir el Adviento y la Cuaresma, así como las celebraciones propias de difuntos.

"...*salir en filas* es la procesión de entrada, gesto con el que se subraya que el sacerdote celebrante es el signo visible de Cristo, verdadero Sacerdote, al que desde el principio recibimos con honor; es el momento en el que se constituye la comunidad para celebrar la Eucaristía.

El beso del altar es un signo de veneración utilizado en la Iglesia desde el s.IV. Con él se expresa el  aprecio que se tiene por la *mesa del Señor*, en donde se realiza la Eucaristía. El altar simboliza también al mismo Cristo.

Los golpes de pecho al rezar la oración *Yo confieso*, son gestos penitenciales clásicos (c.f. Lc 18, 9-14). Golpearse el pecho es reconocer la propia culpa, es apuntar ´hacia sí mismo, al mundo interior donde se origina el mal. Si es un gesto bien hecho, y no un rito mecánico, se convierte en un recordatorio pedagógico de nuestra situación de pecadores, expresión del dolor por el propio pecado y del compromiso de nuestra mucha contra el mal.

Las manos. Al estar unidas las palmas, expresan recogimiento, meditación, paz; es el gesto con el que el sacerdote interioriza sus sentimientos de fe. Este gesto lo podemos ver después del canto del Gloria y en otros momentos de la misa. Al estar extendidas, las manos significan ofrecimiento, invocación, apertura a recibir.  Se utilizan así varios momentos, por ejemplo, en la oración colecta, cuando el sacerdote suplica a Dios Padre por Cristo, en el Espíritu Santo.

Conocer estas cosas, que pueden parecer sencillas y sin importancia, es garantía para vivir de manera consciente lo que celebramos y no quedar *reprobados* por no saber nada de la liturgía. Por eso dedicaremos a este aspecto algunos artículos subsecuentes, que nos permitirán valorar la ríqueza del culto litúrgico.

Ramón Hernández, msp.

No hay comentarios:

Publicar un comentario