miércoles, 29 de febrero de 2012

CUANDO EL CAMBIO ESTA EN MIS MANOS




Es necesario hacer como las aguilas. Ellas tienen una vida relativamente larga, llegan a vivir alrededor de unos setenta años. Pero, para alcanzar esa edad, a los cuarenta años, tienen que tomar una decisión seria y díficil.

Al llegar a los cuarenta, sus uñas ya crecieron demasiado y se hicieron flexibles, perdieron completamente la firmeza y ya no consiguen agarrar la presa para matar el hambre; y el pico va curvándose, y las plumas van hinchándose, quedándose viejas y pesadas, y volar se hace, para ellas, un problema.

En ese momento que se hace necesaria una decisión: el águila puede resignarse y morir... o, si no, enfrentar un proceso lento y doloroso de renovación que va a durar cerca de unos ciento cincuenta días.
Para renovarse, ella necesita ir a lo alto de una montaña y construir un nido en lugar bien protegido, de donde ella no necesite salir para volar.

Cuando el águila se siente abrigada y segura, comienza a golpear con su viejo pico en una pared hasta arrancarlo; luego espera que nazca uno nuevo.

Con él, arranca las viejas uñas. Cuando las nuevas uñas comienzan a crecer, comienza a arrancar las viejas plumas.

Son cinco meses de lucha y de transformación hasta que llega el día del llamado vuelo de renovación. Ese cambio que le garantiza unos treinta años de vida.

Hay quien hace lo imposible para morir un poco más tarde y, sin embargo, nada hace para no morir para siempre. Lo que nos espera no son sólo treinta años más, sino la vida eterna.  Nadie puede entrar en ella sin pasar un cambio radical. "Entren por la puerta angosta, porque ancho y espacioso es el camino que conduce a la perdición. Y muchos son los que entran por él. Estrecha, sin embargo, es la puerta, y angosto el camino que conduce a la vida. Y pocos son los que lo encuentran" (Mt 7, 13-14). Es necesario dejar atrás las costumbres, tradiciones, mentalidades y vicios, para alzar el vuelo de la vida nueva. Solamente libres de todo peso del pecado, podremos disfrutar de la alegría de un corazón renovado.

Vivir la renovación es aceptar la invitación: ""Vuelve a mí [...] dejen sus malos caminos y sus malas acciones..."  (Zac 1,3-4). No sólo se trata de cambiar la manera de proceder, sino, principalmente, de ingresar en una realidad toda nueva. Entrar en algo muy bueno: en el dominio de Jesús. Se trata de olvidar el antiguo modo d evivir. ¡Lo que pasó, pasó¡ "Ya  no recuerden las cosas antiguas, porque he aquí que voy a hacer la obra nueva, la cual ya surge: ¡no la ven?" (Is 43, 18-19). Es el Señor diciéndote que camines hacia adelante y dejes de voltear para atrás, que te liberes de las ilusiones de Satanás y pases a vivir bajo la dirección de Dios (At 26, 18).

Marcio Mendes

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