viernes, 10 de febrero de 2012

EL MONJE Y LA MUJER



De camino hacia su monasterio, dos monjes budistas se encontraron con una bellísima mujer a la orilla del río. Al igual que ellos quería cruzar el río, pero éste bajaba demasiado crecido. De modo que uno de los monjes se la echó a la espalda y la pasó a la otra orilla.

El otro monje estaba absolutamente escandalizado y por espacio de dos horas estuvo censurando su negligencia en la observancia de la Santa Regla: ¿Había olvidado que era un monje? ¿Cómo se había atrevido a tocar a una mujer y a transportarla al otro lado del río? ¿Qué diría la gente? ¿No había desacreditado la Santa Religión? Etcétera.

El acusado escuchó pacientemente el intrminable sermón. Y al final estalló: "Hermano, yo he dejado a aquella mujer en el río. ¿Eres tú quien la lleva ahora?".

Dice el místico árabe Abu Hassan Bushanja: "El acto de pecar es mucho menos nocivo que el deseo y la idea de hacerlo. Una cosa es condescender con el cuerpo en un placentero acto momentáneo y otra muy distinta que la mente y el corazón lo estén rumiando constantemente".

Cuando las personas religiosas no dejan dejan de darle vueltas a los pecados de los demás, uno sospecha que esa insistencia les proporciona más placer del que el pecado proporciona al pecador.

Anthony de Mello, S.J.

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