lunes, 20 de enero de 2014
Andando de tu mano vers. estudiantina
La obediencia nunca ha sido virtud que destaque en popularidad. Sin embargo, es una actitud fundamental en las personas fieles a Dios de todos los tiempos. Dios ciertamente de nuestras cosas, que en realidad ha sido siempre más suyas que nuestras. Los actos de obediencia se acercan más a las acciones de Dios y reflejan mejor la dignidad y grandeza del ser que Él nos ha dado, podemos comprender un poco más lo que dijo Samuel: "La obediencia vale más que el sacrificio, y la docilidad, más que la grasa de los carneros"
Misal Diario. Pan de la Palabra.
sábado, 18 de enero de 2014
AQUÍ ESTOY, SEÑOR, PARA HACER TU VOLUNTAD
El hombre es un soplo que desaparece
39:1 Del maestro de coro. De Iedutún. Salmo de David.
La rebelión frente al mal
39:2 Yo pensé: "Voy a vigilar mi proceder
para no excederme con la lengua;
le pondré una mordaza a mi boca,
mientras tenga delante al malvado".
39:3 Entonces me encerré en el silencio,
callé, pero no me fue bien:
el dolor se me hacía insoportable;
39:4 el corazón me ardía en el pecho,
y a fuerza de pensar, el fuego se inflamaba,
¡hasta que al fin tuve que hablar!
Reflexión sobre la caducidad de la vida
39:5 Señor, dame a conocer mi fin
y cuál es la medida de mis días,
para que comprenda lo frágil que soy:
39:6 no me diste más que un palmo de vida,
y mi existencia es como nada ante ti.
Ahí está el hombre: es tan sólo un soplo, Pausa
39:7 pasa lo mismo que una sombra;
se inquieta por cosas fugaces
y atesora sin saber para quién.
39:8 Y ahora, Señor, ¿qué esperanza me queda?
Mi esperanza está puesta sólo en ti:
39:9 líbrame de todas mis maldades,
y no me expongas a la burla de los necios.
Súplica confiada
39:10 Yo me callo, no me atrevo a abrir la boca,
porque eres tú quien hizo todo esto.
39:11 Aparta de mí tus golpes:
¡me consumo bajo el peso de tu mano!
39:12 Tú corriges a los hombres,
castigando sus culpas;
carcomes como la polilla sus tesoros:
un soplo, nada más, es todo hombre. Pausa
39:13 Escucha, Señor, mi oración;
presta oído a mi clamor;
no seas insensible a mi llanto,
porque soy un huésped en tu casa,
un peregrino, lo mismo que mis padres.
39:14 No me mires con enojo,
para que pueda alegrarme,
antes que me vaya y ya no exista más.
vicaria de pastoral
viernes, 17 de enero de 2014
miércoles, 15 de enero de 2014
martes, 14 de enero de 2014
domingo, 12 de enero de 2014
sábado, 11 de enero de 2014
viernes, 10 de enero de 2014
jueves, 9 de enero de 2014
miércoles, 8 de enero de 2014
martes, 7 de enero de 2014
lunes, 6 de enero de 2014
LOS REYES MAGOS DE ORIENTE
Según explica el historiador italiano Franco Cardini, autor del libro Los Reyes Magos, historia y Leyenda, los Magos de Oriente que fueron a Belén a adorar a Jesús, no eran Reyes ni eran tres, y ni siquiera viajaban en dromedario, sino que todas estas singularidades les fueron atribuidas en interpretaciones teológicas posteriores al evangelio.
En una entrevista concedida a la agencia Efe, Franco Cardini resaltó que el único evangelio de los cuatro canónicos que hace referencia a estos populares personajes es el de San Mateo. El evangelista se limita a consignar que «unos magos que venían del Oriente», sin especificar cuántos, se presentaron en Jerusalén conducidos por una estrella, que señalaba el nacimiento del Rey de los Judíos.
Los historiadores consideran que, con el término «mago», San Mateo se refería a astrólogos o sacerdotes persas que profesaban el mazdeísmo, la religión de Zaratustra, explica Cardini en su libro, recientemente publicado en español por Península.
El evangelio de San Mateo especifica también que los magos ofrecieron al niño Jesús como presentes oro, incienso y mirra. A partir de aquí, explica Cardini, «el número de tres magos se fija bastante rápidamente» entre los Padres de la Iglesia, dado que «se hace una relación entre el número de regalos y el número de magos» No obstante, hasta entrado el siglo V, en algunos escritos seguían hablando aún de cuatro magos. El primero que convirtió en Reyes a los magos fue Tertuliano, quien descubrió en el Antiguo Testamento, concretamente en los Salmos de David, un pasaje que aseguraba que unos Reyes acudirían a ver al Mesías poco después de su nacimiento. El tratamiento de Reyes era mucho más aceptable para los teólogos que el de Magos que «se asociaba con nigromantes o brujos», explica Cardini.
San Agustín, por su parte, determinó que los Reyes habían llegado hasta Belén montados en dromedarios para salvar una incongruencia temporal. «Según la tradición cristiana occidental, la estrella subió al cielo en el momento en que Jesús nació, el 25 de diciembre, y los Reyes llegaron desde Asia a Belén en 13 días, lo que es difícil de creer para la época», indica Cardini. Ante esta contradicción, y haciéndose eco de un evangelio apócrifo que aseguraba que los Magos viajaron en camellos, San Agustín dedujo que los Reyes debieron montar en dromedarios «porque él era africano y sabía que eran más veloces que los camellos».
Según Cardini, los Reyes Magos acabaron convirtiéndose en la tradición teológica e iconográfica occidental en «un símbolo de todos los paganos que se convierten al cristianismo sin pasar por la tradición judía». «Los tres Magos son los representantes de todos los pueblos de la Tierra y cada uno de ellos se convierte en rey de uno de los tres continentes conocidos y en encarnación de las razas humanas: hay un europeo, un asiático y un africano», asegura el historiador italiano, quien precisa que, a partir, del siglo XII y XIII, se coloca ya habitualmente «un mago negro».
Franco Cardini relata como los Reyes Magos «son también símbolo del tiempo, del pasado, el presente y el futuro, y por eso sus figuras representan un hombre anciano, uno de mediana edad y uno joven». Además, los Magos son símbolos de la Trinidad y encarnan los tres papeles de Cristo como Dios (la divinidad), como Rey (el alma) y como hombre (el cuerpo), según el historiador italiano. Asimismo, sus regalos representan el poder político (oro), la divinidad (el incienso) y la resurrección (la mirra).
e-cristians
domingo, 5 de enero de 2014
FIESTA DE LA EPIFANÍA DEL SEÑOR
"Alégrense, querídisimos hermanos en el Señor; de nuevo les digo: alégrense, ya que en breve espacio de tiempo, después de la solemnidad del Nacimiento de Cristo, ha brillado la fiesta de su manifestación, y el mismo Jesús a quien en aquel día a luz la Virgen, hoy lo ha conocido el mundo. El Verbo hecho carne dispuso de este modo el origen de su aparición entre nosotros: que, nacido Jesús, se manifestara a los creyentes y se ocultara a sus perseguidores. Por eso ya desde entonces los cielos publicaron la gloria de Dios, y la voz de la verdad se extendió por toda la tierra, cuando, por una parte, el Éjercito de los Ángeles se mostraba para anunciar el Nacimiento del Salvador, y, por otra, la estrella conducía a los Magos para que le adoraran. Así se verificó que desde Oriente hasta Occidente resplandeciera el nacimiento del verdadero Rey, ya que, por medio de los Magos, los reinos de Oriente conocieron la verdad de los sucedido y no quedó oculto al imperio de los romanos. La crueldad de Herodes, pretendiendo dar muerte en su cuna al Rey que le infundía sospecha, contribuía, sin pensarlo ni quererlo, a esta difusión de la Fe. Mientras Herodes se dedicaba a cometer un crimen, detestable y procuraba, por la matanza de los Inocentes, deshacerse de aquel Niño para él desconocido, la fama de esta matanza publicada por todas partes del Nacimiento del Rey de los Cielos. La nueva se difundió tanto más pronto y con tanto mayor prestigio cuanto más increíble fue la señal prodigiosa del Cielo y más cruel la impiedad del perseguidor. Entonces también el Salvador fue llevado a Egipto, para que aquellos pueblos, entregados a los antiguos errores, se dispusieran, mediante una gracia oculta, a recibir su próxima salvación, y para que, aun antes de rechazar las viejas superticiones, ofreciera ya aquel país morada a la Verdad. Justamente, amadísimos hermanos, es honrado en el mundo entero con una dignidad especial este día consagrado por la manifestación del Señor. Por eso debe brillar en nuestros corazones con un resplandor especial para que veneremos el orden de estos acontecimientos no sólo creyendo, sino también entendiéndolos. Cuántas gracias debemos dar al Señor por la iluminación otorgada a los paganos, lo muestra la misma ceguera de los judíos. ¿Qué hay tan ciegos y tan extraños a la luz como estos sacerdotes y escribas de Israel? a las cuestiones de los Magos, a la pregunta de Herodes sobre el testimonio de la Escritura acerca del lugar donde había de nacer Cristo, respondieron con el oráculo prófético lo mismo que indicaba la estrella en el Cielo. Ésta, ciertamente, habría podido conducir a los Magos con sus indicaciones, como lo hizo enseguida, hasta la cuna del Niño, dejando a un lado Jerusalén; pero no sin motivo, para confundir la dureza de los judíos, fue conocido el nacimiento del Salvador no sólo por el camino que mostraba la estrella, sino también por la declaración de los mismos judíos. Así pues, la palabra profética pasaba ya a los paganos para instruirlos y los corazones de los extraños se disponían a conocer a Cristo anunciado por los antiguos oráculos. Los judíos infieles, por el contrario manifestaban con sus labios la verdad, pero guardaban la mentira en su corazón. Rehusaron conocer, en efecto, con sus ojos lo que habían indicado por medio de los Libros santos; de modo que no adoraron al que se humillaba en la debilidad de la Infancia y crucificaron más tarde al que resplandecería por el poder de sus obras."
San León Magno, Homilía 2, 1-2
sábado, 4 de enero de 2014
viernes, 3 de enero de 2014
EL SANTÍSIMO NOMBRE DE JESÚS
"Que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra, en los abismos; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para la gloria de Dios padre (Flp 2,10-11)."
EL CORDERO DE DIOS QUE QUITA EL PECADO
"A Juan el Bautista le cuesta trabajo reconocer al Mesías. Sí, él que se ha pasado la vida esperándolo, queda desconcertado por la humildad, la pequeñez del rostro de Dios. San Pablo meditará asombrado el anonadamiento de Jesús que se anula por amor. Confundido con los demás penitentes, en la cola, para recibir un bautismo de perdón de los pecados que no ha cometido, pero de los que quiere sufrir las consecuencias, Jesús abiertamente manifiesta su deseo de unión profunda, de solidaridad total con la humanidad que anhela salvar. Finalmente Juan lo reconoce cuando lo ve venir a su encuentro, y lo señala como un cordero que carga con el pecado, como una víctima que lo apuesta todo, la vida misma por amor hasta la consumación total. Así también nos ocurre a nosotros: el Señor se nos acerca en los modos y tiempos que no esperamos, obligándonos a dejar nuestras falsas ideas que tenemos de Dios, y así encontrarlo en la pobreza desconcertante de la humanidad penitente. El humilde nos sale al encuentro en el despojo de una Navidad que nosotros hemos construido llena de ruidos, falsa e hipócritamente triunfal. El Niño es, ya desde ahora, un signo de contradicción , enseguida perseguido, crucificado. Acogerlo significa abrazar la desconcertante lógica divina: la humildad de Dios."
Misal Diario Pan de la Palabra
jueves, 2 de enero de 2014
GRACIAS PADRE POR ENVIARNOS LA LUZ DE TU ESPÍRITU, TE SUPLICAMOS HAZNOS DÓCILES A ÉL.
VEN, ESPÍRITU CREADOR
Ven, Espíritu Creador,
visita las almas de tus fieles
y llena de la divina gracia los corazones,
que Tú mismo creaste.
Tú eres nuestro Consolador,
don de Dios Altísimo,
fuente viva, fuego, caridad
y espiritual unción.
Tú derramas sobre nosotros los siete dones;
Tu, el dedo de la mano de Dios;
Tú, el prometido del Padre;
Tú, que pones en nuestros labios los tesoros de tu palabra.
Enciende con tu luz nuestros sentidos;
infunde tu amor en nuestros corazones;
y, con tu perpetuo auxilio,
fortalece nuestra débil carne.
Aleja de nosotros al enemigo,
danos pronto la paz,
sé Tú mismo nuestro guía,
y puestos bajo tu dirección, evitaremos todo lo nocivo.
Por Ti conozcamos al Padre,
y también al Hijo;
y que en Ti, Espíritu de entrambos,
creamos en todo tiempo.
Gloria a Dios Padre,
y al Hijo que resucitó,
y al Espíritu Consolador,
por los siglos infinitos. Amén.
V. Envía tu Espíritu y serán creados.
R. Y renovarás la faz de la tierra.
Oremos
Oh Dios, que has iluminado los corazones de tus hijos con la luz del Espíritu Santo; haznos dóciles a tu Espíritu para gustar siempre el bien y gozar de su consuelo. Por Jesucristo Nuestro Señor.
R. Amén.
Con licencia eclesiástica
miércoles, 1 de enero de 2014
FIESTA DE MARÍA MADRE DE DIOS Y MADRE NUESTRA
"La Iglesia Católica quiere comenzar el año pidiendo la protección de la Santísima Virgen María. La fiesta mariana más antigua que se conoce en Occidente es la de "María Madre de Dios". Ya en las Catacumbas o antiquísimos subterráneos que están cavados debajo de la ciudad de Roma y donde se reunían los primeros cristianos para celebrar la Misa, en tiempos de las persecuciones, hay pinturas con este nombre: "María, Madre de Dios".
Si nosotros hubiéramos podido formar a nuestra madre, ¿qué cualidades no le habríamos dado? Pues Cristo, que es Dios, sí formó a su propia madre. Y ya podemos imaginar que la dotó de las mejores cualidades que una criatura humana puede tener.
Pero, ¿es que Dios ha tenido principio? No. Dios nunca tuvo principio, y la Virgen no formó a Dios. Pero Ella es Madre de uno que es Dios, y por eso es Madre de Dios.
Y qué hermoso repetir lo que decía San Estanislao: "La Madre de Dios es también madre mía". Quien nos dio a su Madre santísima como madre nuestra, en la cruz al decir al discípulo que nos representaba a nosotros: "He ahí a tu madre", ¿será capaz de negarnos algún favor si se lo pedimos en nombre de la Madre Santísima?
Al saber que nuestra Madre Celestial es también Madre de Dios, sentimos brotar en nuestro corazón una gran confianza hacia Ella.
Cuando en el año 431 el hereje Nestorio se atrevió a decir que María no era Madre de Dios, se reunieron los 200 obispos del mundo en Éfeso (la ciudad donde la Santísima Virgen pasó sus últimos años) e iluminados por el Espíritu Santo declararon: "La Virgen María sí es Madre de Dios porque su Hijo, Cristo, es Dios". Y acompañados por todo el gentío de la ciudad que los rodeaba portando antorchas encendidas, hicieron una gran procesión cantando: "Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén".
El título "Madre de Dios" es el principal y el más importante de la Virgen María, y de él dependen todos los demás títulos y cualidades y privilegios que Ella tiene.
Los santos muy antiguos dicen que en Oriente y Occidente, el nombre más generalizado con el que los cristianos llamaban a la Virgen era el de "María, Madre de Dios"."
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