Escogido silencio canta para mí
y bate sobre mi oído en espiral;con tu flauta llévame tranquilo a los pastos
y sé la música que me interesa oír.
Labios, no reposéis en nada; sed mudos amorosamente;
como el toque de queda enviado
desde donde llegan todos los renunciamientos,
el único que os hace elocuentes.
Ojos, manteneos enconchados con doble oscuridad,
y encontrad la luz increada;
este alboroto y torbellino que advertís
los escoge, reprime y elude un mirar recatado.
Paladar, alcancía del gusto lujorioso,
no pretendas te rocíen con vino;
¡será el vaso tan dulce, la corteza tan fresca,
que llegue a ser divina en los ayunos¡
Ventanas del olfato, cuyo aliento indolente
se emplea en excitar y mantener orgullo;
¡qué delicia darán los incensarios
en toda la amplitud del santuario¡
Oh manos que acarician *primaveras*
enseñaréis y guardaréis a Cristo;
pies ávidos de césped afelpado,
caminaréis la dorada avenida.
y tú, pobreza, sé la novia
y ya la fiesta de la boda empiece,
tu esposo te dará vestiduras de lirios
que ni hilan ni trabajan.
G.M. Hopkins
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